
Matar a Jesús (2017) me pareció una película silenciosa, respetuosa del dolor y que representa de forma simbólica el encuentro de la víctima con el contexto ampliado del victimario. Creo que es una obra que le habla directamente al conflicto y al posconflicto, y a nuestra actitud frente a la guerra, sus heridos y sus muertos.
La cámara, centrada en la protagonista, muestra la cotidianidad de Paula, con escenas que yo nunca había visto en el cine nacional ambientado en Medellín: una estudiante universitaria de arte, en el contexto juvenil de descubrir sus gustos mientras está inmersa en una pugna por los recursos públicos y la supervivencia de la universidad pública; una figura paterna presente, académica e inspiradora que moviliza a toda una familia; un sicario con familia y amigos, y no solo una simplificación del matón que facilita la polarización y el odio…
La historia va mostrando la búsqueda de Paula, la respuesta a la pregunta sobre quién mató a su padre y los pasos radicales que la acercan a Jesús: muy pronto en la película tiene que viajar en moto con él, sentir su proximidad, hablarle, visitar su casa, escucharlo, tomarle fotos… y esa interacción lacerante es la que humaniza a Jesús, y a Paula de paso (y a quien ve la peli). Con una fotografía poderosa, el recorrido que esta díada de personajes hace por la ciudad es una excusa para mostrar cómo ambos están en medio de una ciudad y un país violento pero perseverante, hostil, en bancarrota, descuidado pero luminoso, borracho y optimista. Nos muestra a nosotros, en suma.
Y la respuesta a la pregunta de si matar a Jesús es no, pues no recupera nada, su muerte no es productiva ni reparadora y ya el conflicto y la pena son demasiado grandes para agregarles la eliminación de un otro que está igual de atravesado por las condiciones sociales, políticas y culturales de nuestro país. No estoy quitándole culpa al sicario, estoy, como creo que lo propone Laura Mora, llenando de dimensiones a quien mata a sueldo, acto que la directora logra con maestría. Me gustó mucho la película y admiro cada vez más el nuevo cine que está dejando hacer el país. Aunque como público todavía tenemos que trabajar mucho más: terminó la peli, salieron los créditos y un pelotudo que tenía al lado dijo: ‘Uy, la dirigió una mujer…no se nota’… Sin palabras.