
¡Spoiler alert!
Yo quiero el cine por una de dos razones: o porque voy a ver películas cerradas, hechas a mano con perfección y minuciosidad y esféricas, es decir, sin puntas ordinarias y con una narración uniforme y digna y bella; o porque me muestra narraciones que me golpean, me desconciertan y, aunque en su tejido ominoso nada cale con nada, me quedo con la impresión de haber visto algo que me descentró, que me llenó de angustia… La región salvaje (2016) hace parte de ese segundo grupo de pelis inquietantes y extrañas, que hablan más de mí que de ellas mismas cuando las veo.
Nunca había visto una película de Amat Escalante, pero me llamó a atención el poster y la descripción sobre una tensión sexual y erótica entre los habitantes de una casa…Efectivamente, la película muestra distintos rostros del placer (entre hombres, una mujer con ella misma, una mujer con una forma viva extrañísima) y del magnetismo sexual en varias versiones. En las primeras escenas, vemos a Verónica, una joven silenciosa y torpe que goza un orgasmo gracias al tentáculo de una criatura que unos viejos (¿científicos, hippies?) analizan y mantienen encerrada en una alejada cabaña. Sin embargo, ese monstruo también le propina una mordida en el costado, después de que le dio placer… ahí entendí que lo sobrenatural iba a estar asociado con el deseo.

Y así fue, la película, creo yo, está proponiendo que pensemos los límites de la búsqueda del goce y qué hacemos con las situaciones que nos lo restringen. Lo interesante de esa criatura, que parece un pulpo con piel de serpiente, es que es errática (por lo menos para mi mirada que todo lo quiere antropogenizar) porque a unos les da placer, pero a otros les hace daño. Creo que Escalante propone que lo «asustador» no es esa bestia extraña de múltiples tentáculos (que recuerda a la que está encerrada en el acuario en La doncella (2016), de Chan Wook-Park), sino lo que los humanos pueden hacer para acceder a lo que ella ofrece (en el caso de Alejandra, el ama de casa golpeada y subvalorada, sería huir del machismo, centrarse en sí misma, desafiar el asco o el horror frente a esa criatura y alimentarla con el cuerpo de su esposo traidor). Es una película que es difícil de cerrar y de comprender de forma unívoca, pero reta mucho los sentidos y los tabúes y sigue asociando, como en los mejores paisajes, el deseo y la muerte.
