
Hace ya casi 40 años que Ridley Scott creó Alien (1979), una película que, pese a no haber sido bien recibida por la mayor parte de la crítica en su momento, se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción. La historia cuenta la pelea por sobrevivir de Ripley (Sigourney Weaver) y el resto de la tripulación de la nave Nostromo, a donde ha abordado una hostil criatura alienígena. El enfrentamiento con este alien monstruoso, que va cobrando la vida de uno a uno de los tripulantes, sucede en medio del sofocante ambiente de la nave espacial, que al final queda totalmente destruida, mientras los sobrevivientes intentan huir sirviéndose de un pequeño transbordador que los llevará a casa.
Desde aquel hito del cine, a través del cual tuvimos la dicha de conocer por primera vez a su director y a su protagonista, ha habido muchas películas que, en últimas, son relecturas de Alien equipadas con efectos más elaborados y referencias más realistas (por ejemplo, la Estación Espacial Internacional). La última en esta lista, en donde están todas las secuelas y precuelas de la franquicia iniciada por Scott, es Life (2017), la reciente película de Daniel Espinosa.
Luego de recuperar unas muestras provenientes de Marte, los seis tripulantes de la Estación Espacial Internacional hacen el descubrimiento más importante en la historia de la humanidad: la prueba fehaciente de que existe «vida» fuera de la Tierra. Bajo estrictas medidas de seguridad (aunque sus comportamientos en realidad son muchas veces erráticos e incoherentes), el equipo intenta llevar adelante diversos experimentos para comprender esta nueva forma de vida, apodada Calvin en honor a una escuela terrestre. La situación de ingenuo asombro y candoroso encuentro con este ser en apariencia amigable cambia de manera abrupta cuando Calvin, cuyo crecimiento se sale de control, se torna agresivo con los tripulantes, convirtiéndose en una amenaza para todos. Hasta el final de la película, ellos estarán luchando no sólo por evitar ser la siguiente víctima de esta criatura desbocada, sino por impedir a toda costa que Calvin llegue a la Tierra.
Como se pueden dar cuenta, Life no aporta mucha novedad en cuanto a historia y, como tantas películas, es deudora de la idea primigenia de Alien. Ahora bien, por un lado, acierta en la creación de este ambiente claustrofóbico, sin escape, que en buena parte marca el tono de la película, apelando a una precisa recreación de la Estación Espacial Internacional. No obstante, tanto en esto como en el atrevido manejo de cámara y a algunas secuencias continuas largas (como la inicial), nos remite a la reciente Gravity, cuyo nivel es difícil de superar. Y por otro lado, Life es honestamente aterradora, no sólo porque la animación digital de Calvin hace olvidar que estamos frente a una criatura que no existe, sino porque muestra con bastante crudeza la manera como acaba con la vida de otros seres. Testigo de esto no he sido sólo yo (que estuve tensionado casi toda la película), sino el ambiente que había en la sala, de donde salieron despavoridos algunos espectadores cuando empezó lo peor.
Sin embargo, Life tiene más puntos débiles que fuertes. Lo primero que diría tiene que ver con el poco desarrollo de los personajes de esta historia. Esta tripulación, internacional y diversa (construida con las correcciones políticas de estos tiempos), es representada por un grupo talentoso de actores: Ryan Reynolds (que parece cada vez más encasillado en el rol, que hace bien, del personaje gracioso…), Hiroyuki Sanada, Olga Dihovichnaya, Ariyon Bakare, Rebecca Ferguson y Jake Gyllenhaal. Hay que destacar de manera especial a este último en el papel del Dr. David Jordan: cada vez que Gyllenhaal aparece le da un tono más profundo a la película. Lastimosamente ni esta cualidad ni las de los demás miembros de este reparto estelar son aprovechadas para el beneficio de la historia: sus personajes quedan en deuda con el espectador, pues nunca terminan de profundizar en las vetas existenciales que dejan entrever. ¡Cuán interesante habría sido revisar más a fondo esa reticencia del Dr. Jordan respecto al regreso a la tierra, «nuestro hogar»! Pero no, nada de eso. Y en segundo lugar, creo que a pesar del realismo de Calvin, que insisto asusta bastante, es también un personaje que merecía una construcción más elaborada. Además de no tener un tiempo suficiente de suspenso para «conocer» a Calvin antes de que todo se vuelva un desastre, se trata de una criatura cuyo comportamiento y evolución no terminamos de comprender, por lo tanto su participación en la historia, si bien aterradora, carece de fuerza por terminar siendo fortuita e incoherente.
Aunque la película no parece tener intención en elaborar reflexiones, creo que plantea algunas interesantes. No sólo la ineludible sobre el antropocentrismo (que es soberbia disfrazada) que todavía llevamos a cuestas y nos determina al pensar los posibles encuentros con otros seres de este universo, sino también aquella insinuada por el personaje de Bakare, sobre la compleja relación que existe entre el desarrollo de la vida y la muerte. Pero tranquilos, no tienen que hacerse grandes preguntas para ver Life. Si quieren pasar un «buen» rato, llevarse un susto y quizá disfrutar una sesión post-película para distensionarse, esta es una buena elección.