HER (2013)

Póster de la película HER

Luego de haber disfrutado del último largometraje de Spike Jonze, Her (2013), nos hemos decidido desde España, Italia y Colombia a compartir con Siete y Medio una entrada sobre tres distintas lecturas de la película.

Rafael Méndez

En mi última escapada a Barcelona pude disfrutar junto con Jennie de la última película de Spike Jonze: Her. Con cinco nominaciones al Oscar, este largometraje se hizo ganador al de mejor guión original. Un triunfo, sin duda, muy plausible. Her es representación de la nueva corriente filmográfica que es nostálgica y que se dibuja en tonos ocres, la de Wes Anderson, Michel Gondry y Sofía Coppola, entre otros; una nueva lectura del mundo muchísimo más elemental y sentida.

Con Her, nos enfrentamos a una “fábula para adultos” sobre las relaciones personales y la propia intimidad del Hombre. Es un relato emotivo que suscita preguntas importantes sobre el amor y la soledad, o más bien, sobre el amor a la soledad. Esta alegoría orquesta un futuro cercano, fugaz, caótico y sobrepoblado… “extrañamente” familiar. Un futuro con aires muy retro, de pantalones de talle alto (muy interesantes), mochilas de cuero y anteojos de pasta; en un Los Ángeles fascinante, que nos recuerda tanto al pasado como al futuro. Una fábula que nos regala un futuro cómodo y superficialmente agradable, de protagonistas predecibles en la obra de Jonze: solitarios y de corazones rotos, como muy bien fueron recreados en largometraje Being John Malkovich o en el increíble corto I’m here.

A mí me gustaría que la vieran y que respondiéramos a preguntas como: ¿Hasta qué punto es sano humanizar la tecnología? ¿Qué tanto de utópico tienen nuestras relaciones personales? ¿Se ama a una persona o a la idea de esa persona? Y con todo el boom tecnológico que ya no podemos controlar, ¿cuánto de cuerpo y carne le hace falta al amor?

Yo respondo, mejor, sólo a la última: Todo.

P.S.: ¡La banda sonora, a manos de Arcade Fire, es una completa delicia!

Jorge Tobón

Pensar en lo infinito o lo eterno me genera un sentimiento fuerte y extraño. Ese mismo sentimiento estuvo presente cuando Samantha se reconoce persona, y se sabe enamorada.

Durante el resto de la película la consideramos un personaje, la consideramos una persona. Y la pregunta que me queda, y que me genera incluso incomodidad, es sobre cómo se define una persona. ¿Es un grupo de pensamientos coherentes? ¿Es un “algo” con qué interactuar? ¿Si una persona pierde el modo de comunicar no es más persona? ¿Basta que una persona se reconozca a sí misma? Creo que ya en ese aspecto habría (y ha habido) mucha tela para cortar, pero en ocasiones prefiero evitar los pensamientos que me incomodan.

En un aspecto más personal, las preguntas que se me plantearon fueron las del amor virtual y las relaciones a distancia.

Samantha (Scarlett Johansson) pudo haber sido una de las mujeres que conocía Theodore (Joaquin Phoenix) en las salas de chat anónimas en las que pasaba tiempo en las noches. Samantha pudo haber existido (aún siendo un sistema operativo existía, pero ese tema lo habíamos abandonado en el párrafo anterior), estado en otro sitio, llevado una vida muy similar a la de Theodore. Theodore pudo haber sido cualquiera de nosotros, conectados constantemente a personas que no estamos viendo, que pueden estar en otra ciudad o en otro país. Comienzan a conversar y a conocerse, comparten detalles íntimos de sus vidas, comparten incluso intimidad. Pudieron haberse conocido, enamorado, pero jamás logrado encontrarse o tocarse por la vida que llevaba cada uno. Her habla de nuestros amores en skype, con personas que conocimos en twitter y que tenemos todo el día en el chat o en whatsapp. Estamos siempre disponibles, como lo estaba Samantha, y sin que el interlocutor nos pueda ni siquiera ubicar en un lugar o con una forma de vestir específica.

Sobre el amor en tiempos de skype he pensado muchas cosas, viéndome directamente involucrado. La primera es que hay una especie de crítica a ese tipo de relaciones, pero a la vez se celebra románticamente el amor epistolar de otros tiempos. Aún cuando el chat permite intercambios inmediatos de pensamientos y sentimientos, un flujo de información mucho mayor que las cartas del siglo XIX. Hay cierta aversión a todo lo  nuevo, a los nuevos tipos de relaciones. Theodore hace una defensa a ese tipo de relaciones cuando acepta con orgullo frente a los demás que está enamorado de un Sistema Operativo (en este caso no es sólo el tipo de relación, sino también la persona de la que se enamora, un tipo de coming out cibernético).

No estoy tampoco de la parte de una relación completamente virtual, pero sí me opongo al “pero si no se conocen” que es el primer comentario que hace la gente. Uno sí puede llegar a conocer a una persona en la virtualidad de la red. La red se basa en palabras, símbolos e imágenes, quizá es un conocerse más profundo que cuando se sale con alguien a tomarse unos tragos. En ciertas ocasiones la renuncia al cuerpo y al espacio circundante deja que nos concentremos en la real esencia de la persona. Claro, opiniones personales.

Her tiene muchas bases para iniciar reflexiones y pensamientos sobre cómo nos relacionamos hoy en día. El desarrollo de una persona hace que abandone a la otra, exagerado en la película por el hecho de ser Samantha una computadora de aprendizaje veloz respecto al humano. ¿Cuánto de eso vemos en nosotros? La computación va moldeando nuestras relaciones de una manera que ni siquiera aceptamos. Estamos un poco más desconectados del espacio que nos rodea pero completamente embebidos en el mundo cibernético.

Nicolás Méndez C.

Spike Jonze siempre me sorprende en cada una de sus películas, ya que independientemente de cuál sea el universo sobre el cual plantea sus historias, sus personajes logran tocar fibras en lo más profundo de mí, creando personajes con conflictos internos que terminan siendo símbolos del mundo en el que vivimos.

La historia de esta película sucede en el futuro, un futuro cercano y realista, pero no se trata de un mundo lleno de tecnología, con carros voladores y grandes ciudades o de batallas entre humanos y extraños de otros mundos. Por el contrario, se trata de la soledad y el vacío de su protagonista, Theodore, un hombre que lucha una batalla en su interior, una batalla contra el vacío que siente al vivir en un mundo deshumanizado, en donde se tiene de todo menos de lo esencial, una compañía real, una confidente, una amante.

El guión es realmente bueno, los diálogos así como el diseño de los personajes son impecables; la fotografía y el arte son perfectos y en general la producción logra recrear un mundo moderno bastante realista, en donde uno como espectador termina sintiéndose inmerso y familiarizándose con cada uno de los personajes.

Her, aunque parezca, no se trata de ella, se trata de él, de su dolor, de su necesidad por encontrar a alguien con el que pueda compartir sus alegrías, sus tristezas, sus emociones y sentimientos más profundos, en un mundo en donde cada vez hay más personas pero que día a día están más distantes, creando cada uno su propio mundo en vez de compartir y vivir en el mismo.

Ella, Samantha, siempre está presente y es parte fundamental de la historia, es una interpretación de esa mujer idealizada que existe en el interior de cada hombre o que se crea a partir de sus deseos, convirtiéndola en la mujer aparentemente ideal pero que, precisamente por ser una creación artificial de la figura femenina, termina convirtiéndose en un arma de doble filo al no lograr llenar el vacío de Theodore… por el contrario, termina creando uno más profundo.

 Para ver el tráiler de esta película, hagan clic en la siguiente imagen.

Tráiler

 

 

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