Smáfuglar (2008) es un corto islandés sobre dos jovencitos enamorados. Se trata de la historia de un muchacho, tímido a más no poder, que se siente atraído por una de sus amigas, quien a su vez y a través de los signos más sutiles (sobre todo miradas fugaces que le lanza) , parece demostrar igualmente gusto por su callado compañero. El encuentro de los dos está a la sombra de sus otros dos amigos, una pareja de novios que con toda naturalidad se expresan el afecto. Sin embargo, la tensión entre los dos «enamorados» es clara, mucho más cuando por invitación de uno de sus amigos terminan en una fiesta de adultos, donde acaban bebiendo alcohol y consumiendo drogas. No cuento más de la historia para no estropearla para ustedes. Sin embargo, creo que este sencillo relato habla con claridad de un tipo de amor muy puro, aquel amor inocente que, entregado, puede restituir la inocencia tantas veces perdida.

Este corto hace parte de la producción de Rúnar Rúnarsson, un director islandés que se ha dedicado a realizar cortometrajes en su natal islandia. Uno de sus trabajos más destacados (que me comprometo a buscar, para compartirlo pronto con ustedes) es Síðasti bærinn (La Última Granja), pues fue nominado al Óscar como Mejor Corto en 2006 (no ganó, pero aprecer en esa lista es todo un privilegio). En Smáfuglar se muestra la capacidad de contar historias de este director que, usando más la expresividad de sus actores que los diálogos, habla elocuentemente en los silencios y en la cuidada fotografía.

Este corto me suena, me huele, me sabe a Islandia… no he ido, pero me refiero sobre todo a tantas cosas buenas que artísticamente ha salido de allí, a la que, para mí, es la banda sonora de ese pequeña y particular nación: Sigur Rós. Mientras yo escucho su último álbum, Valtari, los invito a acercarse a este corto y a ver cómo quedan al final. Disfrútenlo.