El director de la película La Naranja Mecánica (el título original es A Clockwork Orange) es Stanley Kubrick: curioso director aclamado por la crítica y misteriosamente, a pesar de su estilo, popular entre los académicos y la gente del común. Hizo parte de una amplia generación de directores americanos provenientes principalmente de la ciudad de Nueva York, entre quienes se encuentran Martin Scorsese, Fracis Ford Coppola, George Lucas y Steven Spielberg, con quien en sus últimos años tuvo una valerosa amistad. Sin importar la generación a la que pertenecía Stanley Kubrick, siempre diferió mucho en el estilo con que trabajaba y en el toque especial que tenía para poner su firma en cada película que realizaba. Trabajó una diversa cantidad de temas, como la comedia, la guerra e incluso el hombre en el espacio, teniendo con cada una un objetivo especial, sin alejarse en ocasión alguna del cine de autor. Después de una haber construido una obra significativa, Kubrick muere en el año 1999, inmediatamente depués de rodar su última película, Ojos Bien Cerrados (trailer). El fin de su vida fue el comienzo de su presencia perenne en el mundo del cine, siendo recordado como uno de los directores más emblemáticos e influyentes que ha dejado a la historia.
Analizar una película del calibre de La Naranja Mecánica puede, en cierto sentido, tornarse ambiguo y complicado. Son muchos los aspectos a tratar,por lo cual crear una composición exacta que simplifique la magnitud de la cinta llega a convertirse en una idea de corte muy utópico. Los convecionalismos se dejan atrás desde un comienzo y el espectador de forma implícita recibe la invitación de abrirse a algo que difiere de las costumbres que se suelen conllevar por la mayoría en el séptimo arte.
Pero, ¿cuál es, entonces, el sentido de presentar un film de tal intensidad comenzando nuestro camino como grupo de cinéfilos? ¿Por qué no, mejor, ir poco a poco asimilando los distinitos cortes a medida que se va avanzando? La intención principal es que tengamos los ojos bien abiertos desde un principio, de manera que todo aquello que venga después, todas las películas que nos lleven al límite de la imaginación humana, entre de una manera más directa.
La Naranja Mecánica tiende a verse como un film meramente psicológico, que en el mejor y en el peor de los casos puede llegar a entretener a una persona, por medio de la ilustración de la imagen de un ser humano que, en colectividad, actúa desde la más baja primitividad. Pero no sólo se trata de presenciar como espectador inerte el comportamiento de este perturbador ser humano, sino que cada quien, al vivir la experiencia de ver la película, pueda inquietarse sobre sí mismo y su manera de estar en medio de los otros, de esta sociedad que tanto como nos reprime nos incita.
Estamos frente una aventura: iremos desde los aspectos técnicos de cómo ha sido realizada hasta las interpretaciones sobre lo que motiva a alguien a hacer una película de este tono; pasaremos por el análisis como grupo y por el entendimiento personal que paulatinamente se irá dando; percibiremos las imágenes, interactuaremos con los sucesos, evaluaremos el claro esfuerzo del director y, sobre todo, tendremos sentimientos que van a persistir con el tiempo, que regresarán al recordar las imágenes que quedaran guardadas para siempre.
Esta película nos muestra de qué se trata nuestro club de cine: durante todo el trayecto aprenderemos de alguna forma a apreciar la diversidad de conceptos, maneras e imágenes, para seamos capaces de ir desarrollando un sentido más profundo en el aspecto cinematográfico, que sin duda nos ayudará a conocernos mejor.